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El Síndrome de PRestocolmo

19 febrero 2010

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Miércoles por la mañana. El día anterior, pusimos en marcha la maquinaria para dar a conocer la última novedad de nuestro cliente. Enviamos una nota de prensa, contactamos por teléfono con periodistas de relevancia para ponerlos sobre aviso y ofrecer más información, e incluso utilizamos los medios sociales para intentar lograr una cobertura más extensa en la blogosfera. El resultado, 24 horas después, es un triste impacto en un «newswire» al que, encima, fuimos nosotros los que subimos la noticia. Llegan los nervios, las manos a la cabeza y la eterna pregunta: «¿por qué no lo ha publicado nadie, si era una historia buenísima?».

Los motivos por los que una información que con tanto mimo hemos preparado termina quedándose a las puertas de los medios de comunicación son muchos. De hecho, a los que nos situamos a este lado de la barrera no nos queda más remedio que hacer este análisis para justificar los resultados:

– Hay que ver… justo ayer tenía que descarrilar un tren. Todos los periodistas de Nacional se volcaron con la noticia.

– En las redacciones no dimos con casi nadie al llamar. Se ve que había un sarao no sé dónde, y estaban todos nuestros contactos fuera.

– Los filtros antispam nos volvieron a jugar una mala pasada: a nadie le sonaba nuestro comunicado.

– No tendríamos que haber adjuntado esa foto tan pesada (la versión opuesta sería: «si ya se lo dijimos al cliente: sin material gráfico, no hay nada que hacer»).

– Es que es una información muy atemporal. Igual tenemos resultados dentro de varias semanas, en algún reportaje más amplio. Pero así, de un día para otro…

La relación puede ser más larga, pero en la mayoría de los casos faltará una excusa que suele ser la clave de la cuestión: la información no le interesaba a nadie, y nosotros no fuimos capaces de darnos cuenta. ¿Por qué? Porque padecemos el Síndrome de PRestocolmo.

  • Síndrome de PRestocolmo: dícese de la alteración perceptiva que sufren muchas agencias de comunicación cuando, víctimas del buen rollo que tienen con su cliente, asumen como propio y verdadero el punto de vista que tiene aquel sobre lo que es noticioso y lo que no, así como del enfoque que debe darse a los hechos. Como consecuencia de esta afección, un ejecutivo de cuentas puede terminar aceptando que lograr el ISO 9001 debería ocupar, como mínimo, un breve en Expansión, o que hacer una donación de 1.000 € a una ONG merece un reportaje sobre responsabilidad social corporativa (RSC) en las páginas de gestión de Cinco Días.

Tenemos dos formas de gestionar la relación con un cliente para obtener su reconocimiento: o actuamos de manera profesional, diciéndole la verdad y lo que puede esperar del disparate informativo que pueda plantear, ofreciendo como alternativa un enfoque que pueda ser la semilla de una noticia; o aplaudimos las ocurrencias del directivo que, con toda su buena o aviesa intención, ha perpetrado la idea. En este último caso, optaremos por la mejor solución a corto plazo (un cliente contento, una agencia en sintonía, y unos pobres resultados porque «los medios no tienen ni idea»), pero a largo plazo nos estaremos echando la soga al cuello. Nadie puede justificar eternamente, sobre los hombros de terceros, sus propios fracasos.

Tened cuidado con el Síndrome de PRestocolmo. Tiene la mala costumbre de contagiarse a través del correo electrónico colapsando los buzones de los periodistas con algo muy parecido al spam.

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6 comentarios

  1. Pessimist, te seguiremos en tu magnífico blog.
    Dile a las agencias y a sus empresas clientes que también tienen que tener en cuenta que los pobres periodistas-redactores tenemos que «vender» nuestros temas a los jefes y que muchas de sus «informaciones» no consiguen pasar la criba.
    Abrazo.


    • Alegrón de visita. No te preocupes, pequeño padawan, que sé cómo funcionan las cosas. Si ya nos lo decían en la Facultad: actualidad, relevancia, proximidad…


  2. Gracias por el consejo!!!


  3. Como debe ser Pablo, como debe ser. Seguro que tienes un excelente redactor-jefe….


  4. […] incluso que otros lo hayan hecho mucho mejor que tú, pero piensa lo siguiente en vez de caer en el “síndrome de PRestocolmo”: si antes de reclamar ciertos resultados no se ha partido de una correcta ubicación estratégica […]


  5. […] Porque nunca viene mal ver las cosas con perspectiva. Una buena agencia no deja de ser una entidad independiente de la que no se espera que le baile el agua al cliente, sino que analice su situación con criterio objetivo. Los consejos que aporte de esta forma no servirán para regalar oídos, sino para lograr resultados, aunque eso suponga decir verdades incómodas. Eso es algo que, desde dentro, no siempre es posible conseguir, porque tendemos a considerar que lo que hacemos siempre es lo mejor. ¿O es que nadie ha sufrido el “síndrome de PRestocolmo”? […]



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