Uno de los aspectos relacionado con el mundo de internet y las redes sociales que más preocupa a las organizaciones es la reputación digital. ¿Qué pasa si la imagen de la empresa se ve afectada por una campaña de críticas en la Red? ¿Cómo reaccionar en ese caso? ¿Qué se puede hacer para detener el temido efecto viral que lleva a que el aleteo de un comentario negativo provoque un huracán al otro extremo de los foros y los blogs? Si alguien necesitaba un caso práctico, que le pregunte a Arturo Pérez-Reverte, que esta semana fue capaz de desactivar un conato de “ataque reputacional” con la misma medicina que se le quiso aplicar.
El sábado 23 de octubre, el conocido escritor iniciaba una serie de tuits en la que reflexionaba sobre la marcha de Miguel Ángel Moratinos del Ministerio de de Asuntos Exteriores. No le gustó cómo se produjo el cambio de cartera -el llanto apenas contenido de Moratinos, para ser más exactos- y reflexionó sobre ello en su perfil en Twitter. Primero, afirmó que “no se es menos hombre […] por llorar”, con lo que se cubría para lo que iba a soltar después: “Se es un mierda cuando uno demuestra públicamente que no sabe irse. De ministro o de lo que sea”. Por si alguien no lo había entendido, aclaró: “Moratinos adornó su retirada con un lagrimeo inapropiado. A la política y a los ministerios se va llorado de casa”, y para rematar la reflexión, concluyó: “Luego Moratinos, gimoteando en público, se fue como un perfecto mierda”. Diciendo sin querer decir -o queriendo, o vaya usted a ser cómo- que Moratinos era «un mierda», la polémica estaba servida.